El otoño de 1780 en aguas del océano atlántico, un barco negrero
llamado Zong, zarpó desde el puerto de Accra (ciudad portuaria de Ghana), el
barco había sido diseñado para transportar alrededor de 193 esclavos, pero en esa
ocasión transportaba 442; el destino final era la isla de Jamaica, donde iban a
ser vendidos.
Después de abastecerse de agua potable, el Zong inició su viaje
a través del océano Atlantico, después de algunas semanas de viaje y debido a
los rigores del viaje, el hacinamiento y la desnutrición, más de 60 esclavos y
varios marineros murieron, hasta el mismo capitán James Kelshall cayó enfermo,
por lo que fue reemplazado por un asistente; así las cosas, la tripulación
avistó las costas de Jamaica, pero erróneamente creyeron que se trataba de la
isla “La Española”, por lo que el asistente del capitán ordenó que continuaran
su viaje hacia el oeste, dejando atrás Jamaica.
Cuando se dieron cuenta de su error cuando ya estaban a más de
480 km de la isla a 10 o trece días de distancia y solo les quedaba agua
potable para 4 días más.
Si los esclavos morían en la costa, los dueños del barco no
recibirían compensaciones del seguro; de manera similar, si los esclavos morían
de "muerte natural" en el mar, tampoco podrían cobrarlo. Pero si
tiraban por la borda algunos esclavos para salvar el resto de la
"carga" o al barco en sí, entonces podían reclamar el dinero del
seguro bajo causa de una "avería general".
Es
así como un nefasto 29 de noviembre, 54 mujeres y niños fueron arrojados al mar
a través de las ventanas de las cabinas, luego el 1 de diciembre, 42 esclavos
hombres fueron arrojados por la borda; en los días siguientes, les siguieron 36
esclavos, otros diez, a manera de desafío se arrojaron a sí mismos al mar.
Un
esclavo, después de oír los alaridos de las víctimas que eran arrojadas al
agua, pidió que se les negara comida y agua a los esclavos restantes en vez de
arrojarlos al mar. La tripulación ignoró esta solicitud.
Si
bien la esclavitud ha sido formalmente abolida y repudiada en todo el mundo,
eso no significa que en nuestros tiempos no existan nuevas formas de esclavitud,
en específico la trata de personas. Sin ir muy lejos, en la selva peruana, la
minería ilegal no solo está generando destrucción en el medio ambiente, sino
que también propicia el surgimiento de la prostitución infantil; un reportaje
del canal británico Channel 4 News
muestra como miles de hombres llegan a Puerto Maldonado en busca de trabajo,
siguiéndoles cientos de mujeres que son enviadas por sus propias familias con
falsas promesas de conseguir empleo, solo para terminar prostituyéndose en
bares y prostíbulos clandestinos.
Asimismo,
en la ciudad de Tumbes, una operación conjunta de la Fiscalía Especializada de
Trata de Personas, la Segunda Fiscalía Mixta y la Policía Nacional permitió
rescatar a una pareja de niños de 11 y 9 años que eran explotados, vendiendo
golosinas para un desconocido que rápidamente se dio a la fuga; asimismo en la
ciudad de Lima, agentes de la Dirección de Investigación de Trata de Personas
intervinieron un club nocturno conocido como “el Olvido”, donde detuvieron a
cuatro presuntos proxenetas y a 41 mujeres de distintas nacionalidades que se
dedicaban a la prostitución clandestina.
El
estado consciente de adecuar mejor la legislación para combatir este nuevo tipo
de esclavitud promulgó el 12 de enero de 2007 la Ley N° 28950 – Ley contra la
trata de personas y tráfico ilícito de inmigrantes, la misma que modificó los
artículos 153° y 153°-A del Código Penal buscando de esta manera mejorar la
puntería contra los modernos esclavistas, falta sin embargo aún persiste la
necesidad de formar centros de alojamiento temporal para las víctimas del
delito, así como también implementar planes de coordinación con el sector
salud, para la asistencia integral tanto en saludo como en atención psicológica,
y especialmente, aun no se ha logrado concretar un presupuesto mínimo para
atender las necesidades urgentes de las víctimas en general.
Sobre
este asunto (y como dijera Cesar Vallejo en la parte final del poema Los nueve
monstruos) "hay, hermanos, muchísimo que hacer".
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